El cumpleaños de Cindy en Saba Rock
Joel
y Cindy pasaron de una semana flotando alrededor de Virgen Gorda,
Isla de Peter, Isla de Norman e Isla de Cooper. Ellos disfrutaron más
la tranquilidad del bote, leer y dormir la mañana y observar el
panorama. Fueron unos días bien intensos de mucho trabajo, no faltó
la generosidad por parte de ellos, que nos invitaron a comer afuera
varias veces. Aunque yo, honestamente, prefiero cocinar. Por último
fuimos a Biter End, en Virgen Gorda, donde pasamos dos días. En
parte porque teníamos buen Internet y también porque el Capitán
agarró una gripe terrible. Allí celebramos el cumpleaños de
Cindy con una cena en Saba Rock y un cake de chocolate sin gluten,
revestido con salsa de cacao y coco rallado, tout fait à la
maison.
Cake de Cumple |
Durante
la cena, el gerente del restaurante vino a nuestra mesa. Y
conversamos por largo rato sobre los sábalos que alimentan todo los
días para entretener a los turistas; de las celebridades que han
visitado la Isla y de los Yates anclados en la Bahía. “¡Ah!
Harrison Ford estuvo aquí esta tarde.” Nos dijo con orgullo. Cindy
y yo abrimos los ojos. Lo curioso es que esa mañana en busca de agua
y petroleo para el bote, hicimos un tour, mirando los yates y
anotamos los nombres para luego buscarlos en Internet. Entre ellos
había uno con una canal inflable de al menos 40 pies de altura.
Nuestro anfitrión nos contaba que ese era, nada más y nada menos
que el yate de HF.
A
la mañana siguiente, antes de partir hacia Tralis Bay, en la Isla de
Tortola; el capitán nos dio otro paseo por el puerto, Cindy quería
ver la “canal” desde cerca. Eran las 10:00 am. “¿Cual es el
chance de que HF esté
despierto?”. Dijimos nosotros. Yo me senté en la cubierta, de
haber alguna casualidad, yo estaría cerca. Pasamos a unos 50 pies
del yate, una camarera llevaba una bandeja en las manos con una taza
de café humeante, casi podía olerlo. En la parte trasera del barco
una bella mesa adornada con flores acogía a una familia. Todos
desayunaban tranquilos hasta que llegamos nosotros. Que sin ánimos
de interrumpir solo seguimos de largo. Entonces lo reconocimos, su
pelo copioso entrecano y sus facciones son inconfundibles. Todos en
la mesa alzaron la vista para mirar a los intrusos. Yo desde la
cubierta dije adiós con la mano, como es de costumbre saludar en el
mar. Harrison fue el único de devolvió el saludo. Ustedes no se
imaginan que fue lo que hizo esta criolla, gran admiradora de Indiana
John: dar saltos y más saltos de alegría. De veras, cuál es el
chance que una tiene de encontrar a una celebridad y que además
ésta, me devuelva el saludo.
Después
de esa grata experiencia que nuestro capitán nos proporcionó; yo me
puse detrás del timón, él fue a cubierta: “¡Proa hacia el
viento! ¡Alcen las velas!” Y Salty Shores emprendió su travesía
hacia el estrecho entre el arrecife de Cactus y Colquhoun. Esa mañana
entraba el primer oleaje del norte de la temporada. El caso es que,
en dicho estrecho las olas parecían un muro, al menos de 10 a 12
pies de alto. Joel estaba en cielo, el ansiaba tener una navegación
energética, y la tuvo. Cindy en cambió se sentía mareada, pero el
aguacero ayudó a enfriar las nauseas y cuando paró la tormenta ya
estábamos en la entrada del puerto de Tralis Bay.
Después de almorzar, los despedimos
y Jim los llevó hacia el muelle. Su viaje en Salty Shares terminaba,
pero comenzaba una nueva aventura para ellos en la isla, donde tenían
reservado un hotel. A nosotros, en cambio, nos esperaba limpiar el
barco, cambiar sábanas y toallas y preparar una cena, para recibir a
nuestros próximos huéspedes; que llegaban en el avión de las 4 de
la tarde.
AnechyNotes
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