A las 10:30 del viernes, todavía
estábamos hablando con Marie y Jordi (una joven pareja que conocimos
el año pasado en Les Saintes). Nos apuramos hacia el bote, donde
empezamos a preparar un almuerzo de al menos tres cursos. La noche
anterior había exprimido las toronjas, para recibirlos con un jugo
frío y natural. Como aperitivo preparamos ensalada de pescado
ahumado (del que pescamos y ahumamos en casa y luego vuela con
nosotros a St. Thomas). Como plato principal, debo ser sincera,
compré pollo a la barbacoa en el pueblo, adobado por 24 horas, asado
en un horno en el medio del pueblo frente a la Iglesia. Y como
guarnición; plátano burro semi-maduro, aplastado y aliñado con
ajo, cebolla, y tomillo; además de un arroz con gandules.
A las 12 en punto, nuestros amigos
estaban en el muelle como habíamos acordado, arrastrando un carrito
de compras. Esta pareja de 77 y 73 años son lo más sorprendente que
hemos conocido. Se montaron en el anexo sin trabajo y se subieron en
el bote igualmente fácil. En cuanto se sentaron en la bañera sus
ojos miraban al rededor con admiración, pero en un cuarto de minuto,
en lo que yo servía el jugo de “pamplemousse”,
Louis se había quitado la ropa, y con su traje de baño europeo
(tanga de hombres) se dispuso hacia la popa e hizo un clavado
perfecto.
De la bolsa del carrito salieron
toda clase de trucos mágicos, dos botellas de sidra de manzana sin
alcohol (ellos no toman bebidas alcohólicas), un pomo de litro y
medio de agua de coco, y un pastel de cebollas, champiñones, tuna y
queso. “A nosotros nos gusta aportar algo”, dijo Charlotte, pero
por Dios santo, casi que trajeron el almuerzo. Luois disfrutó de su
baño y luego de su jugo. Pero siendo tan talentoso en construcción
y reparaciones, lo que más disfrutó fue que le mostráramos los
sistemas del barco. Los paneles solares, controladores de carga y
banco de baterías; el motor, sistema de refrigeración y navegación,
las herramientas y todos los lugares de almacenamiento de provisiones
y salvavidas. Charlotte decía todo el tiempo: “que bien organizado
está todo, Louis, aprende”.
El pastel fue servido como segundo
curso. Y la ensalada de pescado ahumado fue un éxito. La comida en
general fue deliciosa y después todos estaban noqueados del sueño.
Louis decía que el bote era una mecedora, nadie tenía mucho espacio
para postre, así que les envolví el pan de banana para que se lo
comieran más tarde y Jim les hizo la especialidad de la casa: Batido
de guanábana.
Antes de despedirse nos agradecieron
la invitación y nos dijeron que era la primera vez que alguien los
invitaba a un yate privado, y que había sido una experiencia
especial en su vida: “Nosotros hemos hecho excursiones por todo el
caribe y el mediterráneo en cruceros, pero no en un barco tan bonito
y nuevo”. Trabajo que me costó convencerlos de que Salty Shores va
a cumplir 30 años, y que casi todo ha sido reemplazado. “Pero está
nuevo”. Repetía. Nuevo de segunda mano, como dice nuestro amigo
Venezolano, Yonny.
AnechyNotes
Louis
and Charlotte on the boat
At
10:30 on Friday, we were still talking with Marie and Jordi (a young
couple we met last year in the island). We had to hurry to the boat,
where we started to fix a lunch of at least three courses. Last night
I had squeezed grapefruits, to receive them with a cold and natural
juice. For appetizer we prepared a smoked fish salad (which we fish
and smok at home and then fly with us to St. Thomas). For main
course, I must be honest, I bought BBQ chicken in town, marinated for
24 hours, roasted in an oven in the middle of the village across from
the church. And as a side dish; semi-ripe donkey plantain, crushed
and seasoned with garlic, onion, and thyme, plus a pigeon peas rice.
At
12:00, our friends were on the dock as we agreed, dragging a rolling
bag. This couple of 77 and 73 are the most amazing people we have
ever met. They got in the dinghy without much effort and climbed
into the boat just as easy. As they sat in the cockpit her eyes
looked around in awe, but in a quarter of a minute, as I poured the
"pamplemousse" juice, Louis had taken off his clothes, and
on his European swimming suit (men thong); he got on the swim
platform and made a perfect dive.
From
the rolling bag came out all kinds of magic tricks: two bottles of
non-alcoholic apple cider, a pints of coconut water and a quiche of
onions, mushrooms and tuna. "We like to bring something,"
Charlotte said, but for God's sake, they almost brought lunch. Luois
enjoyed his bath and then juice. But being so talented in
construction and repairs, what he enjoyed the most was that we showed
him all the ship's systems. Solar panels, charge controllers and
battery bank, the engine, refrigeration and navigation system, tools
and all the of storage places for supplies and life raft. Charlotte
kept saying "that 's all well organized, Louis you should
learn."
The
quiche was served as a second course. And the smoked fish salad was a
success. The food overall was delicious and everyone was knocked out
after. Louis said the boat was rocking him like cradle, no one had
much room for dessert, so I wrapped banana bread for them to eat
later and Jim made them the house specialty: soursop smoothie.
Before
leaving they thank us for the invitation and told us it was the first
time someone invited them to a private yacht, and it had been a
special experience in their life: "We have done tours around the
Caribbean and Mediterranean in cruise ships, but never visited a nice
and new boat”. It took me a while to convince him that Salty Shores
is turning 30, and that almost everything has been replaced."
But it's new."He repeated”. New of second hand, as our
Venezuelan friend, Yonny says.
AnechyNotes