Ya habíamos previsto nuestra
partida para el sábado 15 de marzo. Así que en lo que nos quedaba
de semana debíamos prepararnos y sobre todo despedirnos. El mismo
día que entramos de la Dominica, fuimos a visitar a nuestros amigos
Louis y Charlotte. Ellos nos recibieron con mucha alegría y
preguntaron cada detalle de nuestro viaje y la excursión a
Guadeloupe el fin de semana anterior (de lo que escribiré más
adelante).
Después de compartir por un rato
les preguntamos si podíamos comprar algunas papayas, y enseguida
Louis agarró la escalera y se subió en varias de las matas (que más
bien son árboles), luego se fue a la mata de coco, cortó dos y nos
ofreció el agua. A la hora de ofrecerles dinero, no quicieron
aceptar nada, casi se molestó con nosotros. Entonces Jim tuvo la
grandiosa idea de ofrecerles un regalo que ellos apreciaran más. Los
invitó a almorzar en Salty Shores.
Cuando yo traduje la oferta de
invitación, los ojos de Louis se iluminaron, casi como la mirada de
un niño ante un regalo especial. Charlotte hablaba por teléfono,
pero cuando supo, también se puso contenta y ambos aceptaron con
entusiasmo. Acordamos la hora y el día. Y nos fuimos con nuestras
papayas de regreso al barco, comentando por el camino sobre la
emoción de nuestros amigos.
Esa noche para la cena, preparamos
un plato exquisito: palomas. Louis nos vendió dos palomas y
Charlotte las adobó con ajo, chiles vegetarianos (un ají que usan
en la isla para adobar, pero no es picante), clavo de olor, vino seco
y amor. Después de leer en Internet y oír las instrucciones de
nuestros amigos y expertos, yo decidí mezclar ambas técnicas. En un
caldero con aceite de oliva caliente, doré las aves por 10 minutos,
en una cazuela consumí el aliño hasta que se hizo una salsa gruesa,
luego puse el caldero de regreso a fuego lento y agregué la salsa.
Lo cociné por cinco minutos más y agregué pimientos rojos cortados
a la juliana. Guarnecé el plato con tabule de quinua y una crema de
zanahorias con especies caribeñas.
Como fue una experiencia especial,
tengo que describir los detalles, aunque se me haga agua la boca otra
vez. La carne resultó ser roja, como la carne de pato y tierna,
especialmente porque no la sobre-cociné. La piel es dura, así que
la próxima vez que lo prepare pienso aventurarme a dar unos
cortecitos aquí y allá para ayudar a la hora de la mesa. El sabor
más fuerte que el pato o el pollo, aunque estos animales son criados
en jaula y no vuelan mucho. En Cuba decimos que para disfrutar el
mango hay que embarrarse, bueno, lo mismo con las palomas, muchas
servilletas en la mesa, porque hay que embarrarse. Y no quiero
parecer glotona, pero si hubiese sabido que iban a ser tan deliciosas
hubiese cocinado cuatro y olvídense de la guarnición.
AnechyNotes
Last
week in Les Saintes
We
had already planned our departure for Saturday March 15. So what we
had left of week was to prepare the for the trip and especially to
say goodbye. The same day we came in from Dominica, we went to visit
our friends Louis and Charlotte. They received us with great joy and
asked every detail of our trip and the trip we did to Guadeloupe the
previous weekend ( what I will write about later).
After
sharing for a while we asked if we could buy some papayas, and then
Louis grabbed the ladder and climbed several of the plants (which are
mostly trees), then went to the coconut tree, cut two coconuts and
offered the water to us. At the time of offering money, they did not
want to accept anything, almost getting mad with us. Then Jim had the
great idea of offering a gift they will appreciate more. He invited
them for lunch at Salty Shores.
When
I translated the invitation, Louis's eyes lit up, almost like a
child's eyes when you give him a special gift. Charlotte was on the
phone, as soon she learned the news, she was happy as well. We agreed
for Friday at noon. And then we left with our papayas back to the
boat, talking on the way about the excitement of our friends.
That
night for dinner, I prepared a delicious dish: pigeons. Louis sold us
two doves and Charlotte marinated with garlic, vegetarian chilies
(peppers they use to marinate, not spicy), cloves, dry wine and love.
After reading on the internet and hear the instructions of our
friends and experts, I decided to mix both techniques. In a pan with
hot olive oil, I golden the doves for 10 minutes in a separated pan I
cooked the dressing until a thick sauce was made. Then I put the pot
back to a simmer and added the sauce. I cooked it for five minutes
and added red peppers cut julienne stile. I garnished the dish with
quinoa tabbouleh and a cream of carrots with Caribbean species.
As
it was a special experience, I have to describe the details, although
I drool over again. The meat turned out to be red, like the duck meat
and very tender, especially because I didn't over-cooked it. The skin
was hard, so next time I'll venture do to tiny cuts here and there to
help when we eat it at the table. The flavor is stronger than duck or
chicken, although these animals are raised in cages and do not fly
too much it is a little gamy. In Cuba we say that to enjoy mangoes
one have to get messy, well, the same with pigeons, many napkins on
the table, because it is muddy. And not to sound greedy, but if I had
known they would be so delicious I would cooked four and forget about
the garrison.
AnechyNotes