El Lunes 10 de marzo, salimos 630 en la
mañana con destino a Dominica. El catamaran en frente de nosotros salía también, con
nuestros amigos, el farmacéutico y su esposa como pasageros. Ya le habíamos dicho
que era una regata, incluso limpiamos la hélice y
todos los matojos que crecen en la cáscara del bote. Pero el
pronóstico del tiempo estaba más a favor de nuestro competidor:
vientos de 3 a 4 nudos, provenientes del sur-este. Todas las velas
izadas, más míster Yanmar 54 y nada. 15 toneladas de barco no se
mueven con tres apestosos nudos de viento.
En cambio, la mar estaba serena y
nuestros invitados se deleitaron con la vista desde la cubierta. El
horizonte estaba tan nítido, cosa que no pasa muy a menudo, que desde
diez millas de distancia de cada isla podíamos ver las casas,
incluso de Marie-Galante. La cubierta apenas se salpicó con agua
salada y no hubo ni barracudas en el anzuelo para contar un chiste.
Pequeño mercado en Portmouth |
Una vez anclados llamamos a Silver
Lining, servicio de renta-car y nos recogieron en Big Papas. Fuimos a la estación de policía a adquirir una
licencia de conducción (12 dolares). Rentamos un van y fuimos a
Inmigración y Aduana, que a pesar de que en Dominica todo toma mucho
tiempo, el proceso fue bastante rápido. De ahí fuimos a la escuela
de medicina, donde hay cafeterías que venden jugos de frutas
naturales, pollo al pincho, a la barbacoa, lentejas, papas al curry.
Nos sentamos en mesas de pick-nick, a disfrutar un ambiente muy a lo
Dominica que nuestros amigos no conocían y encontraron acogedor,
lamentándose de por qué no podía haber algo similar en Terre
d'Haut. Y es que cada lugar tiene su algo especial.
Pollo a la barbacoa, el mejor que he comido |
Luego hicimos el tour de las
granjas, pasamos por el quiosco donde Jomos vende sus sonajeros
artesanales y luego nos adentramos en la selva de naranjas, toronjas
y bananas. Visitamos la granja de Louie, pero no tuvimos suerte de
verlo. Recogimos algunas toronjas del suelo, como siempre nos han
recomendado, aunque cuando conocimos a Louie, hace tres años, él
nos ofreció que nos sirviéramos.
Cortando caña santa |
Esa tarde regresamos temprano,
nadamos e increíblemente; en esa playita de Porthmouth, saturada de
contaminación; encontramos una roca con al menos diez langostas
tratando de esconderse, cuatro pez-león, bebés pez guanábana y
anémonas. Señal de que Madre Naturaleza trata siempre se
recuperarse, y no la dejamos.
En Dominica parece que nunca paran
de quemar basura, desde el barco sentimos el olor a plástico quemado
y siempre encontramos cenizas en la bañera. Pero A pesar de la
pobreza, en este viaje notamos algunos cambios en la economía de la
isla. Todavía hay rastafarians con los ojos encandilados en ganya,
sentados en sus pequeñas casitas de madera, sacudiendo sus drelos y
levantando la mano cuando pasamos, para saludar: “Yeah, man!”
En nuestro segundo día en Dominica
nos adentramos en las montañas, al norte de la isla, donde la
vegetación tropical colma los sentidos y el aire acondicionado del
carro es inútil, porque el aire de la jungla es tan dulcemente
respirable. Claro, que antes fuimos a la escuela de medicina a tomar
jugo de guayaba y mango.
Un poco pirata en la playa |
Un descanso en la escalada |
Que bella pareja |
Sin comentarios |
Costa este de Dominica |
Christian comiendo casava en la reserva de los Indios al este de la isla |
Comprando harina de yuca o manioc |
Otro río |
Una historia en ese puente |
Aves del paraíso de Dominica |
Bello recuerdo de Dominica |
No es difícil admirar los ríos y
las dramáticas montañas de Dominica. Las palmas reales y los
cocoteros tan finos y tan altos. Casi siempre que pasamos por un río
vemos también su desembocadura y eso hace muy especial a un lugar.
Quizás en el futuro habrá más prosperidad en la isla; hay muchas
corporaciones invirtiendo en puertos; que no hay muchos buenos,
tratando de ganar votos en la cacería de ballenas y la pesquería de
tuna. El tiempo dirá.
Unos de los botes de Portsmouth que cuidan los barcos |
Como en mi isla, la pobreza es la
belleza de la gente y de su tierra.
AnechyNotes
Dominica
in English, French and Cuban
On
Monday 10th, we left at 630 am. The catamaran in front of us also
went out with our friends, the pharmacist and his wife. We had
already said it was a race to Dominica, even clean the propeller and
all the weeds growing on the hull of the boat. But the weather
forecast was on our competitor 's favor, winds of 3-4 knots from the
north-east. We had all sails hoisted, plus Mr. Yanmar 54 and nothing.
15 tonnes of ship do not move with three stinking knots of wind.
In
contrast, the sea was calm and our guests were delighted with the
view from the deck. The horizon was so clear, which does not happen
very often that ten miles off each island we could see the houses,
including Marie-Galante. The deck barely was splashed with salt
water and there was not barracudas on the hook to joke about.
Once
anchored we called Silver Lining, rental-car service and got picked
up at Big Papas (actually closed). We went to the police station we
acquire a driver's license (12 dollars). We rented a van and went to
Customs and Immigration, which although in Dominica everything takes
a long time, the clearance went pretty smooth. From there we went to
medical school, where there is a nice food course that sell fresh
fruit juices, chicken kabobs, barbecue, lentils, curried potatoes and
beyond. We sat at pick-nick tables and enjoyed an environment very
Dominican. To our friends, who did not know it, was charming,
lamenting why they could not have something similar in Terre d' Haut.
Every place has its own special something.
Then
we did the tour of the farm, we went through the stand where JOMOS
sells handmade wind-chimes and after we entered the forest of
oranges, grapefruit and bananas. We visited Louie's farm, but we
weren't lucky enough to see him. We picked some grapefruit from the
ground, as we have always been advised, even that when we met Louie,
three years ago, he offered us to help ourselves.
That
evening we returned early. We swam, finding incredibly how in the
beach of Porthmouth, saturated pollution a rock could hold at least
ten lobsters trying to hide, four lion-fish, baby puffer fish and
anemones. Sign that Mother Nature is always trying to recovered and
we don't leave her.
In
Dominica seems like they never stop burning garbage. From the boat we
felt the smell of burning plastic, and found the hot ashes all over
the cockpit. But despite the poverty, on this trip, we noticed some
changes in the economy of the island. The Rastafarian are still with
their eyes dazzled in ganja, sitting in their little wooden houses,
shaking their dreadlocks and raising one hand when we go by, to
greet: "Yeah, man!"
On
our second day in Dominica we went into the mountains, north of the
island, where tropical vegetation fills the senses and the air
conditioned car is useless, because the air from the jungle is so
sweetly breathable. Of course, before we went to medical school to
have guava and mango juice.
It
is not difficult to admire the rivers and the dramatic mountains of
Dominica. Royal palms, and very thin and tall coconut trees. Almost
every time we passed a river we also saw its mouth. Making it a very
special place. Perhaps in the future there will be more prosperity in
the island. There are corporations investing in ports, there are not
many good ones, trying to win votes in whaling and tuna fishery. Time
will tell the last word.
As
in my island, poverty in Dominica, is the beauty of the people and
their land.
AnechyNotes