Sunday, March 16, 2014

Dominica en Inglés, Cubano y Francés


El Lunes 10 de marzo, salimos 630 en la mañana con destino a Dominica. El catamaran en frente de nosotros salía también, con nuestros amigos, el farmacéutico y su esposa como pasageros. Ya le habíamos dicho que era una regata, incluso limpiamos la hélice y todos los matojos que crecen en la cáscara del bote. Pero el pronóstico del tiempo estaba más a favor de nuestro competidor: vientos de 3 a 4 nudos, provenientes del sur-este. Todas las velas izadas, más míster Yanmar 54 y nada. 15 toneladas de barco no se mueven con tres apestosos nudos de viento.


En cambio, la mar estaba serena y nuestros invitados se deleitaron con la vista desde la cubierta. El horizonte estaba tan nítido, cosa que no pasa muy a menudo, que desde diez millas de distancia de cada isla podíamos ver las casas, incluso de Marie-Galante. La cubierta apenas se salpicó con agua salada y no hubo ni barracudas en el anzuelo para contar un chiste.

Pequeño mercado en Portmouth
Una vez anclados llamamos a Silver Lining, servicio de renta-car y nos recogieron en Big Papas. Fuimos a la estación de policía a adquirir una licencia de conducción (12 dolares). Rentamos un van y fuimos a Inmigración y Aduana, que a pesar de que en Dominica todo toma mucho tiempo, el proceso fue bastante rápido. De ahí fuimos a la escuela de medicina, donde hay cafeterías que venden jugos de frutas naturales, pollo al pincho, a la barbacoa, lentejas, papas al curry. Nos sentamos en mesas de pick-nick, a disfrutar un ambiente muy a lo Dominica que nuestros amigos no conocían y encontraron acogedor, lamentándose de por qué no podía haber algo similar en Terre d'Haut. Y es que cada lugar tiene su algo especial.

Pollo a la barbacoa, el mejor que he comido
Luego hicimos el tour de las granjas, pasamos por el quiosco donde Jomos vende sus sonajeros artesanales y luego nos adentramos en la selva de naranjas, toronjas y bananas. Visitamos la granja de Louie, pero no tuvimos suerte de verlo. Recogimos algunas toronjas del suelo, como siempre nos han recomendado, aunque cuando conocimos a Louie, hace tres años, él nos ofreció que nos sirviéramos.

Cortando caña santa
Esa tarde regresamos temprano, nadamos e increíblemente; en esa playita de Porthmouth, saturada de contaminación; encontramos una roca con al menos diez langostas tratando de esconderse, cuatro pez-león, bebés pez guanábana y anémonas. Señal de que Madre Naturaleza trata siempre se recuperarse, y no la dejamos.

En Dominica parece que nunca paran de quemar basura, desde el barco sentimos el olor a plástico quemado y siempre encontramos cenizas en la bañera. Pero A pesar de la pobreza, en este viaje notamos algunos cambios en la economía de la isla. Todavía hay rastafarians con los ojos encandilados en ganya, sentados en sus pequeñas casitas de madera, sacudiendo sus drelos y levantando la mano cuando pasamos, para saludar: “Yeah, man!”

En nuestro segundo día en Dominica nos adentramos en las montañas, al norte de la isla, donde la vegetación tropical colma los sentidos y el aire acondicionado del carro es inútil, porque el aire de la jungla es tan dulcemente respirable. Claro, que antes fuimos a la escuela de medicina a tomar jugo de guayaba y mango.



Un poco pirata en la playa 

Un descanso en la escalada
Que bella pareja
Sin comentarios
Costa este de Dominica
Christian comiendo casava en la reserva de los Indios al este de la isla

Comprando harina de yuca o manioc

Otro río

Una historia en ese puente

Aves del paraíso de Dominica

Bello recuerdo de Dominica

No es difícil admirar los ríos y las dramáticas montañas de Dominica. Las palmas reales y los cocoteros tan finos y tan altos. Casi siempre que pasamos por un río vemos también su desembocadura y eso hace muy especial a un lugar. Quizás en el futuro habrá más prosperidad en la isla; hay muchas corporaciones invirtiendo en puertos; que no hay muchos buenos, tratando de ganar votos en la cacería de ballenas y la pesquería de tuna. El tiempo dirá.
Unos de los botes de Portsmouth que cuidan los barcos
Como en mi isla, la pobreza es la belleza de la gente y de su tierra.


AnechyNotes





Dominica in English, French and Cuban

On Monday 10th, we left at 630 am. The catamaran in front of us also went out with our friends, the pharmacist and his wife. We had already said it was a race to Dominica, even clean the propeller and all the weeds growing on the hull of the boat. But the weather forecast was on our competitor 's favor, winds of 3-4 knots from the north-east. We had all sails hoisted, plus Mr. Yanmar 54 and nothing. 15 tonnes of ship do not move with three stinking knots of wind.

In contrast, the sea was calm and our guests were delighted with the view from the deck. The horizon was so clear, which does not happen very often that ten miles off each island we could see the houses, including Marie-Galante. The deck barely was splashed with salt water and there was not barracudas on the hook to joke about.

Once anchored we called Silver Lining, rental-car service and got picked up at Big Papas (actually closed). We went to the police station we acquire a driver's license (12 dollars). We rented a van and went to Customs and Immigration, which although in Dominica everything takes a long time, the clearance went pretty smooth. From there we went to medical school, where there is a nice food course that sell fresh fruit juices, chicken kabobs, barbecue, lentils, curried potatoes and beyond. We sat at pick-nick tables and enjoyed an environment very Dominican. To our friends, who did not know it, was charming, lamenting why they could not have something similar in Terre d' Haut. Every place has its own special something.

Then we did the tour of the farm, we went through the stand where JOMOS sells handmade wind-chimes and after we entered the forest of oranges, grapefruit and bananas. We visited Louie's farm, but we weren't lucky enough to see him. We picked some grapefruit from the ground, as we have always been advised, even that when we met Louie, three years ago, he offered us to help ourselves.

That evening we returned early. We swam, finding incredibly how in the beach of Porthmouth, saturated pollution a rock could hold at least ten lobsters trying to hide, four lion-fish, baby puffer fish and anemones. Sign that Mother Nature is always trying to recovered and we don't leave her.

In Dominica seems like they never stop burning garbage. From the boat we felt the smell of burning plastic, and found the hot ashes all over the cockpit. But despite the poverty, on this trip, we noticed some changes in the economy of the island. The Rastafarian are still with their eyes dazzled in ganja, sitting in their little wooden houses, shaking their dreadlocks and raising one hand when we go by, to greet: "Yeah, man!"

On our second day in Dominica we went into the mountains, north of the island, where tropical vegetation fills the senses and the air conditioned car is useless, because the air from the jungle is so sweetly breathable. Of course, before we went to medical school to have guava and mango juice.

It is not difficult to admire the rivers and the dramatic mountains of Dominica. Royal palms, and very thin and tall coconut trees. Almost every time we passed a river we also saw its mouth. Making it a very special place. Perhaps in the future there will be more prosperity in the island. There are corporations investing in ports, there are not many good ones, trying to win votes in whaling and tuna fishery. Time will tell the last word.

As in my island, poverty in Dominica, is the beauty of the people and their land.

AnechyNotes