Thursday, March 27, 2014

Amaneciendo con delfines


El viernes en la mañana yo estaba despierta a las siete. Teníamos mucho que hacer: chequearnos fuera del país en emigración y aduana; hacer algunas compras para el viaje el Sábado y el almuerzo con Luois y Charlotte en el barco. Y como es lógico hablar con todo el que nos encontráramos en el camino. Yo estaba vestida y lista para ir al pueblo cuando los delfines empezaron a hacer piruetas fuera del agua. Enseguida me pude mi traje de baño y me siguió Jim.

Con careta y snorkel nadamos al menos 100 pies hasta donde ellos estaban, y con tan buena suerte el agua estaba clara y podíamos verlos en el fondo jugando y también les escuchábamos hablar entre ellos. Por un rato solo fuimos observadores. Eran dos delfines adultos y dos jóvenes, uno más pequeño que el otro. Unos de los adultos miraba el juego desde un rincón, los otros nadaban en círculos persiguiéndose las colas que estaban marcadas por los dientes. El adulto que no jugaba tenía una cicatriz alrededor del cuello, pensamos que en algún momento se atascó en una red de pesca. Los otros, que jugaban en el fondo decidieron prestarnos atención y comenzaron a nadar hacia la superficie y en nuestra dirección, para en último minuto ladearse y esquivar cualquier tipo de contacto. Nadaron a nuestro alrededor, nos miraban y a la vez emitían sonidos, nosotros solo los seguíamos, era demasiado especial para dejarlos ir. Pero cuando ellos decidieron que era suficiente se le unieron al adulto solitario y se fueron rumbo al sur de la bahía. Nosotros los despedimos, con el corazón lleno de gozo.

Desde niña soñaba con nadar con delfines, pero no en la piscina de un acuario, con delfines en cautiverio, entrenados para cargar gente sosteniéndose de su aleta dorsal, sin importar el peso. Yo quería nadar con delfines libres, que eligen o no nadar conmigo y esfumarse cuando lo deseen. ¡Ah, mi corazón se llenó de gloria, por segunda vez! El año pasado entes de partir de Les Saintes a fines de Mayo, la mamá con uno de los bebés vinieron me acompañaron nadaba de regreso a Salty Shores, Jim se había adelantado, y por mucho que grité, él no me escuchaba. Otra vez, estaba con ellos y admiraba su juego, eran las 8 de la mañana, la ciudad todavía estaba tranquila, los botes de Guadeloupe no habían llegado con los turistas para alborotar la villa. Jim, los delfines y yo teníamos el privilegio de nadar sin 20 turistas alrededor. Aunque a estos malcriados les encantan los turistas, porque no importa cuanta gente vaya a verlos, ellos siempre regresan.

Cuando ya me había duchado y estaba de nuevo vestida para ir al pueblo, Jim me grita desde uno de los portillos que los delfines estaban de regreso, yo estaba en la bañera y me asomé para mirar, mientras uno de ellos, el mayor de los bebés nadaba alrededor del barco, para unirse a los otros tres que atravesaban la bahía antes de partir.


AnechyNotes


Waking up with dolphins

On Friday morning I was awake at seven in the morning. We had plenty to do: check us out of custom and emigration; do some shopping for the trip and for lunch on Friday with Luois and Charlotte on the boat. And of course talk to everybody we met along the way. I was dressed and ready to go to town when the dolphins began to pirouette out of the water. Then I put my bathing suit and Jim followed me.

With mask and snorkel we swam at least a 100 feet to where they were, we were so lucky, the water was clear and we could see them playing in the bottom, we could hear them talk. For a while we were only observers. There were two adults and two young dolphins, one smaller than the other. One of the adults watched the game from a corner, while the others swam in circles chasing tails that were marked by the teeth. The separated had a scar around his neck, we think that at some point he got caught in a fishing net. All the sudden the mother and the two babies, decided to pay attention to us and began to swim to the surface in our direction, last minute they leaned and dodge any contact. They swam around us, watching us while emitting sounds, we just followed them, it was too special to let them go. But when they decided it was enough. They joined the adult alone and went south toward the end of the bay. We said goodbye with our hearts full of joy.

As a child I dreamed of swimming with dolphins, but not in an aquarium where captive dolphins are trained to people holding on to their dorsal fin, regardless of weight. I wanted to swim with wild dolphins, who can choose or not to swim with me. Ah, my heart was filled with glory, for the second time in my! Last year, in late May, before we left Les Saintes, the mom with one baby came swam with me back to Salty Shores, Jim was ahead, and as much as I yell at him, he did not heard me. One again I was with them in the same place and admired their game, it was eight in the morning, the city was still quiet, the boats from Guadeloupe had not arrived yet with tourists to disturb the quietness of the villa. Jim, the dolphins and I had the privilege to swim without 20 tourists around. Although these brats love the tourists, because no matter how many people go to see them, they always come back.

When I had showered and was dressed again to go to town , Jim yells at me from one of the port lights that the dolphins were back, I was in the cockpit and I looked to see as one of them, the older baby, swimming around the boat, then joined the other three and swam across the bay before departing.

AnechyNotes


1 comment:

  1. Swimming with the dolphins - that is so special. I would have been so excited!

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