El viernes en la mañana yo estaba
despierta a las siete. Teníamos mucho que hacer: chequearnos fuera
del país en emigración y aduana; hacer algunas compras para el
viaje el Sábado y el almuerzo con Luois y Charlotte en el barco. Y
como es lógico hablar con todo el que nos encontráramos en el
camino. Yo estaba vestida y lista para ir al pueblo cuando los
delfines empezaron a hacer piruetas fuera del agua. Enseguida me pude
mi traje de baño y me siguió Jim.
Con careta y snorkel nadamos al
menos 100 pies hasta donde ellos estaban, y con tan buena suerte el
agua estaba clara y podíamos verlos en el fondo jugando y también
les escuchábamos hablar entre ellos. Por un rato solo fuimos
observadores. Eran dos delfines adultos y dos jóvenes, uno más
pequeño que el otro. Unos de los adultos miraba el juego desde un
rincón, los otros nadaban en círculos persiguiéndose las colas que
estaban marcadas por los dientes. El adulto que no jugaba tenía una
cicatriz alrededor del cuello, pensamos que en algún momento se
atascó en una red de pesca. Los otros, que jugaban en el fondo
decidieron prestarnos atención y comenzaron a nadar hacia la
superficie y en nuestra dirección, para en último minuto ladearse y
esquivar cualquier tipo de contacto. Nadaron a nuestro alrededor, nos
miraban y a la vez emitían sonidos, nosotros solo los seguíamos,
era demasiado especial para dejarlos ir. Pero cuando ellos decidieron
que era suficiente se le unieron al adulto solitario y se fueron
rumbo al sur de la bahía. Nosotros los despedimos, con el corazón
lleno de gozo.
Desde niña soñaba con nadar con
delfines, pero no en la piscina de un acuario, con delfines en
cautiverio, entrenados para cargar gente sosteniéndose de su aleta
dorsal, sin importar el peso. Yo quería nadar con delfines libres,
que eligen o no nadar conmigo y esfumarse cuando lo deseen. ¡Ah, mi
corazón se llenó de gloria, por segunda vez! El año pasado entes
de partir de Les Saintes a fines de Mayo, la mamá con uno de los
bebés vinieron me acompañaron nadaba de regreso a Salty Shores, Jim
se había adelantado, y por mucho que grité, él no me escuchaba.
Otra vez, estaba con ellos y admiraba su juego, eran las 8 de la
mañana, la ciudad todavía estaba tranquila, los botes de Guadeloupe
no habían llegado con los turistas para alborotar la villa. Jim, los
delfines y yo teníamos el privilegio de nadar sin 20 turistas
alrededor. Aunque a estos malcriados les encantan los turistas,
porque no importa cuanta gente vaya a verlos, ellos siempre regresan.
Cuando ya me había duchado y estaba
de nuevo vestida para ir al pueblo, Jim me grita desde uno de los
portillos que los delfines estaban de regreso, yo estaba en la bañera
y me asomé para mirar, mientras uno de ellos, el mayor de los bebés
nadaba alrededor del barco, para unirse a los otros tres que
atravesaban la bahía antes de partir.
AnechyNotes
Waking
up with dolphins
On
Friday morning I was awake at seven in the morning. We had plenty to
do: check us out of custom and emigration; do some shopping for the
trip and for lunch on Friday with Luois and Charlotte on the boat.
And of course talk to everybody we met along the way. I was dressed
and ready to go to town when the dolphins began to pirouette out of
the water. Then I put my bathing suit and Jim followed me.
With
mask and snorkel we swam at least a 100 feet to where they were, we
were so lucky, the water was clear and we could see them playing in
the bottom, we could hear them talk. For a while we were only
observers. There were two adults and two young dolphins, one smaller
than the other. One of the adults watched the game from a corner,
while the others swam in circles chasing tails that were marked by
the teeth. The separated had a scar around his neck, we think that at
some point he got caught in a fishing net. All the sudden the mother
and the two babies, decided to pay attention to us and began to swim
to the surface in our direction, last minute they leaned and dodge
any contact. They swam around us, watching us while emitting sounds,
we just followed them, it was too special to let them go. But when
they decided it was enough. They joined the adult alone and went
south toward the end of the bay. We said goodbye with our hearts full
of joy.
As
a child I dreamed of swimming with dolphins, but not in an aquarium
where captive dolphins are trained to people holding on to their
dorsal fin, regardless of weight. I wanted to swim with wild
dolphins, who can choose or not to swim with me. Ah, my heart was
filled with glory, for the second time in my! Last year, in late May,
before we left Les Saintes, the mom with one baby came swam with me
back to Salty Shores, Jim was ahead, and as much as I yell at him, he
did not heard me. One again I was with them in the same place and
admired their game, it was eight in the morning, the city was still
quiet, the boats from Guadeloupe had not arrived yet with tourists
to disturb the quietness of the villa. Jim, the dolphins and I had
the privilege to swim without 20 tourists around. Although these
brats love the tourists, because no matter how many people go to see
them, they always come back.
When
I had showered and was dressed again to go to town , Jim yells at me
from one of the port lights that the dolphins were back, I was in the
cockpit and I looked to see as one of them, the older baby, swimming
around the boat, then joined the other three and swam across the bay
before departing.
AnechyNotes
Swimming with the dolphins - that is so special. I would have been so excited!
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