Mon petit dejuner |
La mañana comienza. Tout
bién!. Un café con leche, pasteles franceses, la nevera
llena de pescado fresco y el día programado, sólo para ser feliz.
En contradicción con la noche nublada y la amenaza de lluvia; il
fait beau!
Anoche, tras las montanas, una luz
surgió como estadio de baseball que se acaba de alumbrar, en mi
imaginación podía escuchar el vitoreo de los fanáticos de cada
equipo. El impacto de la pelota contra el bate, los gritos de
ovación, la carrera del bateador, la arena desplazándose bajo sus
pies cuando se desliza por la primera base. La luz se hace más
intensa con cada base que toca. El narrador deportivo, desde la
cabina, anuncia exaltado el final glorioso de tan esperado juego.
Segunda base lanza la bola pero es muy tarde, el corredor se impulsa
y todos le ven volar, tres metros que parecen interminables mientras
su cuerpo se avalancha hacia la base. “¡Save!”
Grita el árbitro y extiende sus brazo inclinando su cuerpo sobre el
ganador que mira hacia el cielo, mientras el catcher sostiene la
tardía pelota.
El juego termina en gran celebración
, el equipo alza al ganador. Y tras las lomas nace la luna llena,
esplendida, brillante como un sol nocturno, abarcando toda la tierra
y mi exaltado corazón.
AnechyNotes
Îles des Saintes, Guadeloupe
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